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Un tumor diminuto, un gran problema: La historia de Betty

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Pocas personas conocen su propio cuerpo tan bien como Betty Doyling, entrenadora personal de Warwick (Bermudas). Dicho esto, lo último en lo que podía llegar a pensar Betty era en un tumor hipofisario. George A. Scangas, MD, cirujano de senos paranasales y base de cráneo de Mass Eye and Ear, junto con el Centro Clínico de Tumor Pituitario y Neuroendocrino de Mass General de Massachusetts General Hospital pudieron evitar que el tumor le arruinara la vista.

Betty Doyling era un modelo de salud perfecta.

Durante años, trabajó como entrenadora personal en las Bermudas. Nunca se había quebrado un hueso ni mucho menos se había sometido a procedimientos médicos importantes. Su dieta sana y su afición a correr la mantenían en forma y llena de energía.

De más está decir, que se llevó una sorpresa cuando una mañana se subió a la báscula y notó un cambio repentino en su peso. Había engordado 10 kilos en poco menos de un mes. Atribuyó el cambio al exceso de comidas caseras durante la pandemia. Pero entonces, de repente, la mujer de 43 años empezó a sentir que producía leche materna.

"Sabía que no estaba embarazada", dice Betty, madre de dos hijos. "Recuerdo que pensé: 'Oh, no, ¿qué está pasando?"

Tras una visita a su ginecólogo local y a su endocrinólogo, Betty se sometió a una resonancia magnética. El escáner reveló una masa situada en el centro de la base del cráneo. Otras pruebas mostraron un tumor hipofisario que estaba peligrosamente cerca del nervio óptico.

"Siempre había oído historias de personas con tumores, pero nunca pensé que me pasaría a mí", explica Betty a Focus. "Cuando mi médico me dijo que tenía un tumor, recuerdo que pensé: 'Esto tiene que ser un error'".

Una segunda opinión demostró que el diagnóstico no era un error. Esto la llevó a volar cientos de kilómetros hacia el norte para que el Dr. George Scangas, cirujano de senos paranasales y base de cráneo de Mass Eye and Ear, le extirpara el tumor. De no ser así, corría el riesgo de perder la vista.

Seguía creciendo, creciendo y creciendo...

Según el Dr. Scangas, aproximadamente una de cada 10.000 personas desarrolla un tumor hipofisario a lo largo de su vida, lo que lo convierte en uno de los tipos más frecuentes de tumores cerebrales. La glándula pituitaria, del tamaño de un guisante, se encuentra en un estrecho espacio a lo largo de la base del cráneo, justo detrás de los senos nasales y entre los ojos. Aunque es diminuta, la glándula se encarga de regular las hormonas vitales para el crecimiento, la tensión arterial y la reproducción.

En la mayoría de los casos, los tumores hipofisarios son benignos. Sin embargo, se vuelven peligrosos si crecen demasiado y presionan el nervio óptico, poniendo en peligro la visión. Al descubrir el tumor de Betty, los médicos de las Bermudas intentaron reducirlo con medicación. Ocho semanas después, el tumor no se había reducido y empezaba a presionar el nervio.

Como entrenadora personal, Betty no podía permitirse perder la visión y la capacidad de concentrarse en sus clientes. También sabía lo debilitante que puede ser la falta de visión, ya que su madre era legalmente ciega.

Los médicos tendrían que extraer el tumor del centro de la cabeza de Betty para que su vista no sufriera daños. Sólo había un problema: ningún médico de las Bermudas podía realizar el sofisticado procedimiento endoscópico necesario para la extracción. Afortunadamente, su endocrinólogo, Andrew Jamieson, MRCP, PhD, conocía el mejor lugar al que acudir.

"Me dijo que, si él tuviera este tumor, Mass Eye and Ear y Massachusetts General Hospital serían los únicos lugares a los que iría para tratarse", cuenta Betty. "Antes de que me diera cuenta, tenía el vuelo reservado y una fecha prevista para la operación".

Extracción de un tumor por la nariz

Los cirujanos tienen poco margen de error al extraer un tumor hipofisario. La hipófisis está demasiado cerca de las estructuras críticas, como el nervio óptico, las arterias principales y el cerebro, por lo que los médicos no se pueden desviar ni un milímetro. Un movimiento equivocado podría provocar problemas de visión, daños en la base del cráneo o, en casos extremadamente raros, hemorragias incontroladas y derrames cerebrales.

Entonces, ¿cómo puede un cirujano extraer con seguridad un tumor hipofisario de la cabeza de alguien? Por la nariz. En un procedimiento mínimamente invasivo denominado cirugía transesfenoidal anterior de la base del cráneo. Un rinólogo utiliza un endoscopio para abrir el seno para que un neurocirujano pueda extraer el tumor de la base del cráneo. Tras la extracción, el rinólogo repara la base del cráneo, que mantiene el cerebro separado de los conductos nasales y sinusales.

En el Centro Clínico de Tumor Pituitario y Neuroendocrino de Mass General, el Dr. Scangas y el neurocirujano Brooke Swearingen, MD realizan estos complejos procedimientos con regularidad para garantizar resultados óptimos. El centro ofrece un enfoque integrado a los pacientes con trastornos hipofisarios e hipotalámicos, reuniendo la experiencia de más de 20 médicos especializados en neurocirugía, endocrinología, neurología y radiología en Mass General, y rinología en Mass Eye and Ear. La experiencia y la familiaridad entre cada médico del centro es lo que hace que estos complicados procedimientos sean bastante rutinarios.

"Cuanto más se trabaja con un co-cirujano específico, más se agiliza el proceso, especialmente con un procedimiento tan complejo como la cirugía anterior de la base del cráneo", dijo el Dr. Scangas. "Los neurocirujanos de MGH y los rinólogos de Mass Eye and Ear tienen una relación increíble. Nuestra experiencia y el trabajo en equipo marcan una gran diferencia en la atención de nuestros pacientes y es un punto fuerte del sistema Mass General Brigham".

Confiar en la recuperación

Antes de su visita a Boston, Betty se conectó a Facebook. Quería hablar con pacientes que se habían sometido a la intervención para saber exactamente cuánto tardaría en recuperarse. La posibilidad de una fuga de líquido cefalorraquídeo por una reparación defectuosa de la base del cráneo era lo que más le preocupaba.

El Dr. Scangas se aseguró de que esto nunca fuera un problema. Durante la intervención de Betty, reparó la base del cráneo con grasa de su abdomen y un injerto de mucosa de su seno. También le aconsejó a Betty que evitara los ejercicios extenuantes durante cuatro a seis semanas. Demasiada presión sobre la base craneal recién reparada, dijo, podría hacer que el injerto fallara y que volviera la fuga de líquido cefalorraquídeo. Eso significaba no correr ni levantar pesas, todo un reto para la entrenadora personal.

"La relación médico-paciente es crucial en estas cirugías", dijo el Dr. Scangas. "A pesar del importante impacto que estas restricciones tuvieron en su medio de vida, Betty hizo un trabajo fantástico al tomarse en serio nuestras recomendaciones y anteponer su salud y recuperación".

Un mes y medio después de la operación, su fe en el Dr. Scangas se vio recompensada. Volvió a hacer ejercicio con sus clientes en las Bermudas y no sintió ningún signo de fuga por la nariz. A medida que aumentaba la intensidad de sus ejercicios, se sentía a gusto y volvía a ser ella misma. El modelo de salud que una vez encarnó, volvía a estar a la vista.

"Había hablado con muchos pacientes con tumores hipofisarios que no habían acudido a Mass General ni al Dr. Scangas para su procedimiento", explica Betty. "Se habían encontrado con una serie de pesadillas en su recuperación. Yo no experimenté ninguna y estoy eternamente agradecida por sus cuidados".